Bienvenida Suiza

Desde hace 4 meses vivo en Suiza y he recibido muchos correos por parte de la ciudad y el cantón, durante este tiempo. Por eso, a partir de los correos oficiales que he recibido, he visto como son las prioridades del país que recientemente me ha acogido. Vale aclarar que aquí es indispensable tener la dirección de vivienda registrada pues el estado envía permanentemente correos a sus habitantes y vivir sin este registro de domicilio es imposible (e impensable).

Me tomé el horrible esfuerzo de coger una libretica y apuntar en ella cuanto papel, carta o brochure me iba llegando, pues los encontraba divertidos y curiosos. Después, sin mucho esfuerzo, perdí la dichosa libretica y ahora, con esfuerzo, hago el recuento de memoria antes que se me olvide. Así pues, empezando la cosa, recién inscrito mi nombre en los archivos del estado (un nombre larguísimo… Bevölkerungsdienste und Migrationsamt) mi primer correo de recién llegado fue una factura. Altísima como los estándares suizos lo requieren; esto es obvio, todos los países quieren tu dinero. Después, resultado del pago de esa factura, llegó como segundo correo certificado, un lindo carnet de identidad que me identificaba como migrante sin derecho al trabajo (subrayado en negrita), con mi foto datos personales y láminas holográficas. Un carnet de identidad que cumple con todas las de la ley. En fin, el país me quiere tener bien identificado.

El tercer correo, el preciso que hizo que yo comenzase a hacer este listado, era un instructivo sobre el reglamento sobre como desechar las basuras. No se imaginen, “el camion pasa los miercoles y la factura del aseo llega anexa a la de la luz cada mes“, no señores; este es un instructivo que requiere análisis y tiempo pues, si existe algo que requiera trabajo por parte de los ciudadanos, es el método de disposición suizo y sus variados reglamentos, días y productos a desechar (más las amenazas de multas y sus cuantías por hacerlo mal!) No hay nada más importante para este país que la basura.

El cuarto correo recibido fue una bienvenida al barrio firmada por la representante de la comunidad invitándome a una recepción con datos sobre el barrio, los clubes de fasnacht y otras cosas, que no fui porque por esas épocas no me encontraba en la ciudad.

La quinta sorpresa fue otra factura. No tan jugosa como la anterior, pero costosa de todas maneras. No pude entender la razón por la cual fue enviada sino hasta que llego la sexta. Otro carnet de identificación con un estatus migratorio diferente. Ya si puedo trabajar!

La cajita de correos fue testigo de la séptima, en español, una carta de la ciudad firmada por la alcaldeza (firma fotocopiada) dándome la bienvenida, con datos sobre la urbe, teléfonos importantes, una invitación a una bienvenida en la Rathaus (la alcaldía), un crucero informativo por el Rin, un voucher de 100 francos para un curso de alemán (100 CHF no son nada comparado con lo que cobraba esta academia por el curso) y por ultimo un brochure sobre dentistas locales que no cobran tanto por ser estudiantes universitarios, los precios eran carísimos, pero nada comparado con un dentista normal: arreglar los canales de una muela acá vale cómo mínimo 3000CHF, 10.000.000 de pesos!

Vale la pena aclarar que este correo si lo estaba esperando ya que por informaciones previas, sabía que contaba con regalos, descuentos, bonos, pero, al no ver nada de esto en su interior –aparte del voucher de alemán –, la tristeza por lo negativo y poca generosidad de los tiempos modernos cundió.

Total, en la carta decía que podía pasar por una cajita de regalo en la sede de transportes de Barfüsserplatz así que, cuando tuve un minuto de tiempo fui allí a hacer la fila para recibir mis preciados regalos…

Aparte de lo visto en la foto, había un lapicero y una memoria usb. Ningún descuento, ningún bono, solo la libretica y mapas de los trenes regionales, los buses y trams locales e información sobre como comprarse una mensualidad. No está de más contar que la tristeza volvió a cundir.

En fin, si contamos la cajita como la octava, entonces la visita a la alcaldía y el crucero del Rin contarán como la novena; es obvio que no son cartas, pero las cuento como interacciones con el estado en forma de papel porque…

La alcaldía

En la alcaldía, Rathaus, lo primero que recibimos fue unos papeles con las diapositivas de la conferencia del día: Introducción de Basilea para nuevos habitantes de habla española, italiana, portuguesa, rumana y francesa. Con los papeles vino un lapicero y una galletica local, Läckerly. La conferencia fue dada en español por los mismos funcionarios de la alcaldía (algunos de alto rango). Unos hablaban con poca fluidez la lengua de Cervantes, otros, divinamente. En fin, lo que querían era presentar la ciudad, dar la bienvenida, informar que era lo que iba a haber en el crucero (info sobre el pago de impuestos, info sobre homologación de permisos de conducir, como conseguir trabajos, clubes deportivos, etc), dar tips de integración a la cultura local (presentándose como personas cálidas y amables ) y obviamente recordando lo importante, importantísimo, que es botar la basura de la manera correcta.

Adentro, en la sala del parlamento local

En el crucero, que no tiene fotos porque estaba oscuro, estaban todos estos funcionarios en sus cubículos dando folletos y explicando en español (o en los idiomas que hablaran) todas las preguntas de los recién admitidos a la ciudad. Había vino gratis y pasantes para todo el mundo repartido por meseros mientras el barco iba hasta Francia y volvía a la ciudad (Francia queda aquí cerquitica)

Con diezmil mapas de la ciudad, rutas de wanderung, rutas de bicicleta, los mapitas normales, el de transporte, mas folletos sobre todos los temas habidos y por haber, más varios vinos encima, salimos del crucero para la casa.

El décimo si fue un correo, por fin, un regalito esperado, un bono para estudiar alemán (pues aunque las entrevistas de trabajo que he tenido han sido todas en inglés) para muchas cosas el alemán es indispensable; por ejemplo, todas las vueltas oficiales. Porque francés por aquí, pocón, pocón. Además, hablar alemán es considerado como un buen punto de partida para la integración, aunque la vida no es tan fácil, porque hay que saber escribir y hablar alemán, pero en la cotidianidad, se habla alemán suizo, que cuesta bastante entenderlo porque es básicamente otro idioma.

Y llegamos al el onceavo. Recibí hace tres días el que tanto esperaba… el de los regalitos: venía con carta de bienvenida, un brochure de bienvenida con información sobre permisos, animales, vida en familia, educación, cultura, deportes, salud, integración, sistema político y un sinfín de cosas que el estado considera importante que los recién llegados sepan como funciona; está también el infaltable instructivo sobre como botar la basura; hay un brochure con todo sobre el sistema de transporte local (lo mismo de la cajita de transporte) pero con un bono para un tiquete válido para un día. No es mucho pero el transporte acá es caro (un tiquete de bus vale 11.500 pesos!), así que de pronto es un regalo para que la gente vea los medios de transporte se asuste con los precios y se compre un bicicleta!; viene además un librito con bonos para museos (que son buenísimos), tours turísticos, teatros, cines (que van más allá de lo prohibitivamente caros – y malos– 60.000 pesos por entrada – media hora de comerciales que rayan con lo ridículo de lo parroquiales… hágase de cuenta, comerciales sobre la panadería de doña gloria en la 70), también hay descuentos para el zoologico, parques, conciertos, en fin, ya se hacen la idea; también el correo trajo brochures con números de contacto de emergencia y, por último, un mapa de las vías ruteables con bicicleta (casi todas).

El último, llegado hace dos días, un instructivo en sobre como pagar impuestos, normas del régimen impositivo y cheques en blanco para que una vez se haga esto, pagarle al estado lo debido. (vale aclarar que un lenguaje legalista técnico en alemán está bieeeeen, pero bieeen lejos de lo que el aquí suscrito puede entender)

Este es el resumen de las prioridades suizas… primero plata, después identificación, después basuras y por último integración.

Todos esto correos han sido recibidos con cierta admiración y curiosidad, pues en ningún país que he visitado he recibido semejante bienvenida. Bien por Basilea!

Mantendré este post actualizado cuando lleguen más cosas dignas de ser narradas!