Quy Nhon – Da Nang

Día de moto. Salí de mi hotelito – bastante malo por cierto – y tomé la carretera con el propósito de no parar. Cada 50 kilómetros, me detenía para descanzar. Eran 300 km, si fueran en la bws eso seria 6 horas, sin embargo aquí, eso son de 7 a 8 horas. Por increible que parezca, estaba haciendo los tiempos de la bws. Solo fueron retrazados por parar a descanzar en los kilometrajes determinados. Al final hice un promedio de 40 km/h. ¡Todo un record para tierras vietnamitas! Mi verdadero destino era en realidad Hoi An, sin embargo, en la noche, cuando estaba buscando hostal donde quedarme descubrí uno muy cómodo en Da Nang. Decidí irme para allá (queda a 30km de Hoi An) y más bien al otro día hacía un tour de un día para Hoi An. Antes de llegar, en la ultima parada de descanzo, me encontré con una chica que tenía un examen de inglés en unos minutos. Quería recitarme todo lo que iba a decir en el examen y así lo hizo. Por lo que entendí, era una disertacion sobre la importancia de saber inglés. Quería que fuera con ella a su colegio para las clases de ingles, muy amablemente le explque que mi intencion era llegar a Da Nang lo mas temprano posible, asi que con una foto nos despedimos.

 

La estudiante
 
El hostal resultó muy bueno, decidí quedarme una noche más para tener un día extra en Da Nang, la singapur de vietnam, como la llaman ellos. Lo de singapur es mas bien una aspiracion: apenas tiene 3 rascacielos pero lo remedian con tres puentes super iluminados. Uno muy grande al fondo, otro nomalito al lado del hostal y uno con forma de dragón, bonitísimo que les valio un ojo de la cara! Los sabados y domingos bota fuego por la boca. 

 

El puente del dragon! Bastante literal la cosa
 
Al lado del puente me encontré con un vietnamita que tenia un club de ingles y que iba a sesionar en unos minutos… yo ya estaba paleteado, iban de pantaloneta y chanclas, pero acá la verdad es que hace frío, así que fui al hostal, me cambie y volvi en la moto. La reunion resulto ser una clase con unos chicos y un galés como personaje invitado. El hombre repetía las palabras inglesas para que los chicos aprendieran la pronunciacion, cosa bsatante triste pues el acento galés no se caracteriza por ser algo parecido a lo neutral,. En fin, yo me aburri de lo lindo pero despues me invitaron a comer, dije de una que sí, y cuando llegue al sitio me arrepentí. ¡Comida callejera! La hacen en la misma acera y uno se la debe comer sentado en banquitos del tamaño para un niño. Comi en una sopa poco fotogenica unas carnes que no pude atribuirles animal alguno, los noodles eran de yuca y gordisimos. Salí para el hotel asustado de enfermarme porque esta era la segunda vez del dia que tentaba el destino, o mis intenstinos, si mas clamente hablamos. Al almuerzo, tarde como siempre, viendo que el hostal estaba un poco alejado de las comidas, paré en un restaurante conmigo como unico cliente… un buen viajero sabe que si quiere comer comidas desconocidas bien, debe hacerlo en un lugar donde este lleno de locales. En esta ocasion, por la hora, no tenia como hacer la comparacionn asi que alli, muerto de hambre, me senté. El menu, sin fotos ya me complicaba la cosa, entre google translate y mimicas tratabamos de ponernos de acuerdo el dueño del lugar y yo, sin ningun resultado positivo. Al final, el hombre llamo a su novia por skype, ella (creá él) hablaba ingles, asi que por video me tradujo una palabra de un solo plato, palabra que por cierto yo ya conocía: bo, res. Sin esperanzas señale un plato con esa palabra. Estaba buenisimo hasta que de la cocina salieron tres ratas del tamaño de un french poodle… apartir de ese momento hasta el siguiente dia, el momento de la verdad, estuve temiendo una indigestion… no pasó nada, ya tengo anticuerpos.
 
El almuerzo
 
 
La comida… aclaro, esto no es Pho Bo
 
Se me cayó el celular durante la entrada a Da Nang por cuenta de un hueco en un puente, a las entradas de las ciudades uno va con celular en una mano y la otra en el manubrio… ahora mi celular no es tan titino como se quisiera, pero todavia funciona.

El camino entre arrozales