Tenía toda la mañana libre para visitar algo en Hong Kong antes de partir para Singapur a mitad de la tarde. La idea era visitar a un Buda pero me dio física pereza; cómo ya está decidido que algún día volveré a esta ciudad, entonces allí estará esperándome. En realidad, lo que me interesaba era el teleférico que lo sube a uno hasta el Buda, pero tomaba tanto tiempo llegar hasta la estación, que lo consideré muy justo para salir de allí hasta el aeropuerto. Así que cambié un Buda gigante y un teleférico famoso por el parque de Kowloon, el cual se encontraba lleno de viejitos haciendo Tai chí. Cómo es muy entretenido ver a grupos sincronizados haciendo movimientos; pues allí me quedé.
Llegué a Singapur tarde y estaba cayendo un aguacero que ni les cuento. Del lujoso aeropuerto al centro de la ciudad se va en un metro durante 45 minutos. Hace calor y es húmedo. Llegue como una sopa al hostal – bastante cagadito –. Eso sí, ya me pude poner la pantaloneta y las chanclas, aunque sea para salir a volver a mojarme. De comida tuve mi primer wok de verdad verdad: hacen todo en la misma paila; pedí uno de pollo y sabía a mariscos! Regio!