El paseo oficialmente comienza aquí!
Ayer, sudado de pies a cabeza, me monté en un avión en Singapur con ruta hacia Saigon, ahora llamada Ho Chi Minh. De entrada, a la puerta del aeropuerto, me comí una hamburguesa en un Burger King – no aguantaba el hambre – y lograron enredarme para comprar la hamburguesa más cara. Solo me di cuenta después, como siempre. Encontré sin dificultad el bus que me llevaba a la zona turística – que no lo parece – y después de una larga caminada, además de sudar como un marrano, llegué a un hostal que resultó lo más de bueno. Eso sí, la entrada a la callejuela donde está localizado es muy especial: hay que atravesar un mercado húmedo; de esos que venden pescados en poncheras y demás animalejos raros que nunca se encontrarán en uno de nuestro continente y que además, nunca creería uno que pueden ser comidos sin arquearse.
Una vez registrado en el hostal, salí a dar una vuelta por la ciudad. La cual se mostró tal como es: un completo caos. Cruzar las calles es toda una aventura; de alguna manera, a pesar de tener que atravesar seis carriles, con diez mil motos, dirigiéndose hacia uno, si se camina de frente, sin cambiar el ritmo, sin zigzaguear, las motos se coordinarán a partir del movimiento de uno. Con mil motos pasando delante y detrás a pocos centímetros, se logra pasar, si ellas pueden leer los movimientos del peatón.
La ciudad, para mí, es una especie de Tirana, en Albania: fea, sin nada para ver, pero de alguna manera con cierto carácter que la hace muy bacana.