Llueve, llueve y llueve. Si la cosa sigue así me tocará vender la moto. Pero no… Meteoblue, mi forecast de confianza, me dice que el clima mejorara. Un francés que estaba conmigo en hostal hacía el msmo paseo en moto que yo, se encuentra desesperanzado por el clima, va a vender su moto para seguir en bus. Yo todavía tengo la esperanza que la cosa cambie; hasta ahora no he tenido que estrenar el poncho que compré. Además, ayer, en Hoi An, me compré una chaqueta northeface impermeable lo más de bacana; ni les digo el precio porque se me muere depronto algun lector de la envidia.
Por la tarde di una vuelta al centro. No es sino que estuviera a cien metros del hostal, cuando empezó a llover de nuevo. Otra vez, otra de mis compras vino commo anillo al dedo: mi paraguas comprado en la super lluviosa Singapur. Así pues, una vueltica al centro (que no vale ni cinco la pena) y para el hostal. Me quedé sin ver un buda gigantesco cerca de la playa y también me perdí un templo que ya había visto en la devuelta de Hoi An, pero, el turismo tambien depende del clima… si llueve, yo me escondo.
Volvi a tentar el destino comiendo en el mismo restaurante de la rata, esta vez, con jean david, el francés, un escoces y una canadiense. Tuvimos severos problemas de comunicacion y solo sorvieron a mi la comida. Volvimos llamar a la mesera, otra vez señalamos los platos. Hecho el pedido y pasado un buen tiempo, llegó la chica con solo un plato que tuvieron que comer entre los tres. No había forma de hacerle entender a la mesera que todos los platos que los dedos señalaban en el menu debían ir a la mesa y que el ultimo a señalar no anulaba los anteriores. Al final yo me fui y a los pobres les toco ir a comer pizza.