Iemanjá

Iemanjá

Es una orixá, es decir una divinidad africana. Es la reina de los mares, su traducción, despues de una buscadita en google, significa madre cuyos hijos son peces. Esta divinidad es adorada en america en los paises que tuvieron fuerte presencia de esclavos africanos.
Iemanjá, también llamada Janaína, es parte del sincretismo brasileiro y entra en este blog porque en las fiestas de reveillón se presentan ofrendas a ella.
El 29 de diciembre asistí a una de esas ofrendas, en las que entre barquitos con espumante, flores blancas y estatuas de ella, con musica de fondo africana y los interminables discursos de algún personaje, animan la vida de la playa con algo diferente a la fiesta y ambiente permanente de copacabana.
Se hacen los rezos y se ponen los barquitos y flores en el mar, y no me pregunten que más pasa.
Ya en el reveillón, las personas que no adoran a Iemanjá pero quieren hacer sus ofrrendas de año nuevo, trastocando un poco el verdadero sentido de esta divinidad, pero ya conformada una nueva tradición; las personas se acercan con flores blancas, ropa blanca a la playa.
Reveillón, debe venir del verbo francés, se reveiller, o sea despertarse. Asumo que viene del frances, porque el verbo portugues para despertarse es “acordar” aunque en francia nunca oí esa palabra. Me imagino que todo tiene que ver con el despertar de un nuevo año; así que con ofrendas la gente tratará de hacer las nunca faltables resoluciones para el año nuevo.
En el reveillón, las ofrendas a iemanjá son más festivas; uno, porque el ambiente de copacabana ese día facilita todo, y segundo, porque el 90% de los asistentes está borracho y el 10% restante, son unos aburridos! Todo consiste en esperar los fuegos artificiales a media noche. Fuegos proveídos por unas cuatro o cinco balsas, que los lanzan durante unos diez o quince minutos iluminando el cielo de Rio. Al fondo no se ve el mar sino unos edificios gigantescos acostados, que no son nada más que todos los cruceros que estén por el brasil; nuestra cuenta dió entre siete y ocho, que al parecer es nuevo este año (según me dijeron amigos brasileiros).
Una vez terminados los abrazos y felices año nuevo con todo el que esté por el lado, se procede a ir a la rompiente de las olas con la flores blancas. Además de las flores y la ropa blanca se debe tener (para las mujeres) una cintica, o varias de colores amarradas en sus calzones, que significan lo que quieren para el próximo año, pasión, amor, esperanza, paz, etc. Antes de tirar las flores, se deben saltar siete veces las olas, para que los propósitos se cumplan, este numero se puede deber, a la cantidad de hijos que tuvo esta divinidad, un número cabasitico de los primeros que instauraron está tradición en la playa de copacabana, o simplemente el numero de veces que los borrachitos pueden saltar antes de vomitar sus caipiriñas, skol, vodka o champaña que se han tomado y que pretenden retener en su estomago para seguir mezclandola con más variedades de licor; porque en eso consiste un 31 o reveillón, en hacer todos los excesos posibles para después en el primero de enero, con una resaca monumental, poder prometer, con toda la sinceridad del caso, que no se volverá a tomar, se parará de fumar, se empezará a hacer ejercició y un infinito etcetera, que será cumplido hasta el dos de enero, cuando la resaca se acaba y la realidad se hace evidente, es decir, cuando la gente se dá cuenta de que es la primera semana de enero, época de vacaciones, donde los excesos pueen seguir una o dos semanitas más, y ya cuando se empiece a trabajar, veremos…

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Ahh, no hay fotos del reveillón, porque el motoneto, al igual que el resto de la playa, iba con todo el propósito de tomarse todo lo que estuviera a su alcance y una cámara nueva en ese estado podría peligrar!