Lugar: Paso fronterizo entre Montenegro y Kosovo
Hora: Algo por las cercanías del almuerzo + – dos horas
La frase del día: El dueño de este pasaporte colombiano que se baje del bus, ahhh y que baje su maleta también.
Sospechoso de: Espionaje internacional, más exactamente serbio.
Ya se empezarán a imaginar por donde va la cosa, otra vez obligado a tener contacto con el primer enemigo de un viajero, la policía, esta vez la situación es bastante divertida.
En un bus mediano somos empacados todos los que queremos ir a Podgorica (podgorizza), la capital de Montenegro. Al estar Pejë en todo el pie de monte, el camino siempre mira hacia arriba por entre curvas cerradas, una carretera estrecha metida entre un cañón, el mismo de la quebradita que pasa por el amenazado patriarcado. Las montañas están cubiertas de un espeso bosque de pinos y de vez en cuando se ven pastos para ganado con alguna casita campesina de madera. Se ven muy pocas, podemos hacer hipótesis que incluyen una guerra bastante reciente, sobre el porqué son tan pocas las casas y personas que se ven en el camino, pero podemos equivocarnos y ver que abajo, en el valle donde esta Pejë es más fértil y mas fácil cultivar… es otra opción. Nunca lo sabremos. Solo informo, pocas casas y personas habían en el camino; camino de unos 45 minutos para hacer los 20 kilómetros hasta la frontera.
Allí, nos dejan metidos en el bus los agentes kosovares, se llevan nuestros pasaportes y mas tarde son devueltos con el sellito de salida. 500 metros más lejos volvemos a parar, hemos llegado a la frontera montenegrina, allí dos soldados son los encargados de recibir por parte del busero, todas las identificaciones de los pasajeros. Mientras esperamos que nos devuelvan los papeles para poder seguir, veo por la ventana uno de los dos policías mirando un pasaporte contra el sol. Cómo mirar un pasaporte contra el sol no tiene mucho sentido, llama a su compañero para que este realice el mismo procedimiento y una vez vista las transparencias que se forman en un papel cuando se contrasta contra una luz directa fuerte, llegan a la conclusión obvia, si, es un pasaporte de verdad verdad.
-¿Qué hacemos con este pasaporte entonces? -, preguntan sus confundidas caras.
La respuesta está en un tercer policía, este detrás de un vidrio y parece poseer el honroso título de oficial superior. Las 24 hojitas que componen el manoseado pasaporte sospechoso son vistas desde todos los ángulos posibles hasta que se llega a la inevitable conclusión; hay que llamar a la capital. En Podgorica, la capital, alguna secretaria de la cancillería o del ministerio de defensa muy en contra de sus suposiciones ve en la pantalla de su computador un extraño да, da, el si en serbio-croata-montenegrino-bosnio; al lado de ese да, hay una casilla, sí, pero con condiciones, dice, entonces la diligente y sorprendida secretaria informa al honroso título de superior que revise si el pasaporte cumple con las condiciones y en caso que lo haga, revise al sospechoso pues esta nacionalidad viene escrita en caracteres rojos. La semiótica for dummies indica que el color rojo en casos aduaneros solo puede indicar una cosa, o varias si nos atenemos a los sinónimos, estos no pasarán de algo diferente a PELIGRO, ATENCIÓN, CUIDADO!!! Los signos de exclamación los pongo yo, pero igual, un oficial de frontera tiene que lidiar con personajes peligrosos, imagínense un talibán o un muyahidín viajando libremente, eso no se puede, su nacionalidad debe estar siempre marcada con un colorcito rojo, en mayúsculas y con una cantidad de notas en la casilla de observaciones. Afganistán, Paquistán, Yemen, en fin, vienen en rojo medio medio oriente, casi toda África, los Balcanes sacan pecho por Europa y como representante de las américas, Colombia. El pasaporte en mano del honroso título de oficial superior es colombiano; la nacionalidad del honroso título de oficial superior está ubicada en los Balcanes, otra zona roja.
-¿Que hace una persona marcada en rojo en una región también roja?
Eso es doblemente sospechoso, se entiende, quienes habitan en países cagados no tienen ningún derecho de visitar otros países que no clasifiquen como del primer mundo so pena de tener que encontrarse con honrosos títulos de oficial superior haciendo preguntas estúpidas. Ahora bien, al ser colombiano el pasaporte y el propietario de él las sospechas obvias serán: traficante de drogas o asesino. Lo que vuelve divertida esta sesión policial es que en esta ocasión fui un espía serbio.
Que se baje el colombiano indica al busero honroso título de oficial superior, acompañado de los dos policías rutinarios.
Al pobre colombiano le toca remover un montón de maletas de otros viajeros para sacar la suya y sin mucho protocolo se paró frente a los policías. Ellos, un poco intimidados quieren decir algo, el problema es que no saben cómo. Honroso título de oficial superior tiene un problema grave, está un poco tímido, no sabe inglés, no puede intimidar con su infinita autoridad a quien con tan poco temor lo observa. Policía rutinario II, el del lado izquierdo sabe un poco de inglés. Así pues, con traductor de bajo rango, la autoridad y aureola imponente reducida a la mitad empieza el cuestionario al cual fue sometido el sospechoso colombiano.
Para no enredar mucho a los lectores, se transcribirá la conversación en español colombiano fluido, lo que por señas e inglés macheteado sucedió.
¿Su nombre? Luciano. Ahh como en el pasaporte? Tal cual. De donde es? Mire el pasaporte, no dice ahí que soy colombiano? Entonces usted es colombiano? Aja. ¿De dónde viene? De Kosovo. ¿Para dónde va? Para el mismo sitio que el resto del bus, Podgorica. ¿Para dónde? Podgorica. ¿Dónde? La capital de su país, no sé cómo se pronuncia. Traduce el policía rutinario II con subjetividad, parece que quiere decir Подгорица (podgorizza) dice. Aaaa, responden los otros dos. Pasa un rato en que nos miramos las caras, hasta que de pronto honroso título de oficial superior le da un codazo al interprete, dígale que abra la mochila. Abra la mochila! La abro. Pregúntele que tiene adentro! ¿Qué tiene adentro? Ropa. Silencio, nadie se mueve, ellos esperan que algo pase, nada debe pasar. Hay tres policías parados, un sospechoso al frente de ellos y una mochila abierta al pie de todos. Obviamente nada pasa. Los impacientes pero muy curiosos ocupantes del bus miran por sus ventanas como se desarrolla la trama. El silencio logra incomodar al policía rutinario I, este le da un codazo a honroso título de oficial superior y secretea algo, éste a su vez le dice al policía rutinario II, el intérprete, pregúntele si podemos mirar el contenido de la mochila. ¿Se puede ver el contenido de la mochila? Si. Otra vez los cuatro personajes se miran a los ojos y nada pasa. Parece ser que el honroso título de oficial superior espera que el sospechoso haga algo; este al contrario de las expectativas oficiales ya sonríe, pues encuentra la situación bastante divertida y además, esto si no lo saben los policías, siente una aversión absoluta en contra de todo lo relativo a la autoridad y el orden, así que si con su ayuda estaban contando, se van a joder, pero como no lo saben, parados se quedan esperando a que algo pase. Nada pasa. Honroso título de oficial superior indica a policía rutinario I que se arrodille y empiece a sacar la ropa, este sin mucha opción dado su rango, empieza a vaciar el contenido de la mochila en el asfalto. Una vez terminado el proceso ven a su pesar que en efecto el contenido de la mochila es ropa. ¿Qué tiene en la espalda? Una mochila. ¿Qué tiene adentro? Una cámara. Piden y abren la mochila y en efecto hay una cámara. Sonríen, “ajá, tiene dos lentes y la cámara es grande, agarramos un espía“, se puede leer en sus caras. Con renovado ímpetu preguntan ¿porque tiene una cámara? Soy turista, los turistas toman fotos. ¿Y porque dos lentes!? Aparte de turista, soy fotógrafo. Ahhhh, pues eso lo vamos a ver, nos va a mostrar todas las fotos que ha tomado. Bien puedan, aunque les advierto que son muchas. No importa! Las revisaremos una por una! Silencio, miran a sospechoso, miran cámara, vuelven a mirar a sospechoso, se miran ellos, al final, con orgullo un poco más bajo preguntan ¿Cómo se prende la cámara? A sospechoso le da pesar de la fuerza policial y entre todos los botones prende la cámara y les dice, vean de este botón, si lo hunden a la izquierda pueden pasar las fotos, se las pongo desde el principio. Ya con conocimiento sobre el paso ininterrumpido de imágenes en aparatos fotográficos se renueva el ímpetu policial y en tono casi gritado pregunta mostrando la primera imagen ¿qué es esto? Berlín. ¿y esto? Berlín. ¿Esta? Berlín. Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín, Berlín ¿y esta? Praga. Aja, viajó a otras ciudades! Si señor y le falta por ver Praga, Krakow, Budapest, Bratislava, Wien, Istambul… Fue interrumpido por un giro en 180 grados de los tres personajes, previa entrega de cámara, y parado en el medio del asfalto, con cámara en mano y dos mochilas al pié, solo se vio. El busero bien impaciente señas le hizo que comunicaban mas o menos, empaque rápido y vámonos, hemos perdido una hora por cuenta suya. Le pido perdón por la demora causada por mi pasaporte y en bus otra vez me veo.
Kotop cirilico = Kotor latino
Montenegro se llama Crna Gora, siendo Crna el color negro y Gora, como se lo imaginarán, monte, montaña. Sin temor a equivocarme, es el nombre de un país mas apropiado que jamás se haya puesto; el país está sobre unas montañas que cubren toda su superficie. Ellas, están cubiertas de un bosque oscurísimo, una especie de bosque tenebroso con lobos, ogros y todos los personajes de los reinos muy lejanos de las fábulas europeas. Realmente es bonito, lástima que el bus no pare por estos lados, voy para la capital. La carretera es estrechita y tiene tantas curvas que para llegar a ella nos tomamos unas 5 horas desde la frontera. La entrada a través de Podgorica hasta la estación de bus hace todo el recorrido del turibús, todos los puntos importantes de la ciudad son recorridos (y no hay ninguno importante y ninguno que valga la pena) así que una vez en la estación pregunto ¿cuándo hay un bus para Kotor, Budva o algo así parecido? Ya, está que se va, págueme y corra! Eso me dice la amable cajera y así, en una maratón, termina la visita de 30 segundos a Podgorica.
Tres horas después el busecito donde vamos empacados al vacío y con unos 40 grados de temperatura, nos asomamos al borde de una montaña que empieza a descender hacia al mar, que al frente se ve. Paramos en Budva pero prefiero seguir hasta Kotor, me han dado mejores referencias y 40 minutos mas tarde en su estación me bajo.
Kotor es la última y más importante ciudad de una especie de fiordo que compone la costa de este diminuto país. La montaña de atrás es el original monte negro del nombre del país, es bastante oscurita pero igual debieron inspirarse más en los bosques del interior para el nombre que en este morro oscuro. Al frente también hay otra montaña que impide que el mar se vea, éste llega a la ciudad en forma de… mar, obvio, pero no abierto sino encerrado. La bahía de kotor es realmente bella y su circunferencia es de unos 40 kilómetros, en este trayecto se encuentran tres puntos fáciles de llegar en bicicleta, que me parecieron de interés. Perast, Stoliv y la costa de Prcanj, son pueblitos minúsculos que bordean el agua pristina del adriático con muellecitos y bares bastante acogedores. La ciudad de Kotor es una ciudad amurallada veneciana, lo que antes se llamaba costa dálmata llegaba más o menos hasta la altura de Shkodër en Albania, a unos 60 kilómetros al sur. Cerca estaba la capital de la Dalmacia, Ragusa, ahora llamada Dubrovnik. Kotor, siguiendo la tradición arquitectónica veneciana, aunque no lo crean, es de arquitectura veneciana, es decir, cuadraditos con calles estrechas, tejados a cuatro aguas, ventas batientes con rejilla, ojalá verde, todas construidas en adobes de piedra, rodeadas por una muralla protectora pero con un muelle importante ya que la república de Venecia era un país mercante, es decir, basado en el comercio que en esa época era náutico. Para proteger la ciudad, en el monte negro, está una ciudadela que no es nada diferente a un fuerte con espacio para ciudadanos cuando la guerra estallaba. Esa fortaleza queda bien arriba, y para llegar a ella, caminar y sudar bastante es la obligación.
Otra vez son recomendados los panorámicos pues en ellos podrán ver la ciudad por dentro tal cual es.
Arquitectura Veneciana
Balconcitos venecianos
Muralla y caño que rodea la ciudad
Ropita al aire
Vista de la ciudad y la montaña que evita que se vea el mar
El Stari grad, ciudad antigua
El novi grad, parte moderna de la ciudad
Camino montaña arriba
El velero escuela y el yate de oligarca ruso
Que no queden dudas, la montaña es empinada
Plaza interior de la ciudad
Típica vista de un café kotoreño
Escaleras, obligatorias para ir a cualquier lado
Plaza principal de la ciudad
Vista desde otro lado
La fortaleza y sus murallas entre la montaña
La playa en la parte nueva de la ciudad
Islotes en toda la entrada a la ensenada en un día lluvioso
Un faro bastante pequeño en Perast
Barco de millonario ruso