Vang Vieng

Vang Vieng era un pueblito como Nong Khiaw, hasta que fue descubierto por los mochileros. Nong Khiaw era un pueblito como Muang Ngoi Neua, antes de volverse un destino nórdico para los mochileros más avezados. Todas tres, bueno, la primera ya lo es, terminarán tarde que temprano siendo pueblitos iguales; es decir, pueblos super turísticos, solo para mochileros, donde el pueblo, feo y mal construido, sirve como punto de partida para hacer kayak, trekking, y demás actividades que se pueden hacer en las bonitas montañas y ríos que las tres tienen detrás de sus centros urbanos.
Vang Vieng es la más conocida por ser la más cercana a Luang Prabang, el sitio más turístico del país, además de encontrarse también cerca a Vientiane, la capital.

Vang Vieng y su panorámica

Aparte de barcos, canoas y ejercicios lo que más hace la gente en Vang Vieng es sumergirse sin complejos en farras hasta el otro día. O, si tienen suerte, fumar opio y meterse cuanta droga haya, hasta que a la mañana siguiente se despierten en cualquier calle – o habitación con alguna compañía que no recuerden haber conocido jamás en su vida – y de allí, enguayabados o aun borrachos o drogados, irán al hostal a dormir el resto del día. Para resumir, Vang Vieng es un party town. Los hostales son sucios, sobrepoblados y caros, la población local es malhumorada – con razón, o sin ella – la comida no es especial y todos los tours que se ofrecen tienen en cuenta que deben empezar un poco más tarde de lo normal (a las 9 en vez de las 8) y además que en el recorrido deben haber bares para que la gente se emborrache y, una vez vuelvan al pueblo, puedan meterse otra farra más, en alguna de las discotecas que por los general quedan en el pueblo y después, unos after party que quedan lejos, fuera del pueblo. Hay una razón para esta lejanía: La policía.

Como en casi todo país de la tierra, la diferencia entre un ladrón y un policía solo radica en el uniforme y en la seguridad social. La policía, miembros del crimen organizado, gozan de cierta protección por ser consideraos un mal menor. Los rateros, personajes como los anteriores, pero trabajadores freelance, no gozan de tanta protección ni estima. Exagero, aparte de los gringos y su visión militarista de la policía, hay pocos países en el mundo en que un policía no es considerado una persona baja y evitable.

En fin, mi cháchara antipolicial viene a cuento porque la policía laosiana tiende a hacer paseos millonarios. Para quien no lo sepa, esto consiste en secuestrar a una persona y llevarla de cajero automático en cajero automático al final de la noche donde pueden sacar el cupo completo de la tarjeta en un día, esperar con el reo hasta que comience el nuevo, y sacar el cupo completo de nuevo. El método acá no es a mano armada, sino armados con leyes – posiblemente inventadas pero para abusar de ellas… la policía – en fin, buscan solamente personajes que quieran fumarse un porro o opio o quien sabe que más, y los esperan a que, una vez hagan la compra, caigan entre sus manos. Los pobres, capturados y muertos de miedo, son amenazados de cárcel y quién sabe que otros males, a menos 1000 dólares sean ingresados a la cartera policial!!! o hasta 1500 dependiendo de la codicia del oficial – y la pinta del drogado, claro esta –. Si la víctima se rehusa a pagar aduciendo falta de fondos, una noche carcelaria le hará recapacitar (noche que no será registrada en los anales oficiales, obvio). Así, la víctima, temblorosa, aceptará ir de cajero en cajero hasta que el cupo de su tarjeta no dé más. Paseo millonario… en vehículo oficial.

En fin, no está de más advertir que uno como colombiano – con todo el poder que esta palabra conlleva en países extranjeros – lo mejor que uno debe hacer es alejarse lo más prudentemente posible de las super farras, no vaya a volverse uno víctima de rebote.

Dejando atrás la noche Vangviengeña y volviendo al día, el paseo numero uno que se ofrece en el pueblo es el NEUMATICO! Todos son alquilados por una misma compañía que tiene como objetivo emborrachar a sus clientes en los bares que hay en el recorrido del río. Pero, he aquí el gran pero, si el cliente llega tarde a devolver el neumático, le esperan unas lindas multa. Para multar a la mayor cantidad de clientes, las cervezas en los bares del río son promocionadas lo más que se puede; y las más variadas tretas, juegos y entretenimientos son dispuestos para este fin. Cabe añadir que el rio no tiene ni cinco de corriente; por eso se ven los borrachitos flotando en un mismo sitio o remando desesperados para llegar a tiempo. Como la gente no es boba, en el último bar toman un tuk tuk (otra mafia que aprovecha para esquilmarlos) y llegan tambaleantes con flotador en mano por tierra. ¡Por eso yo me fui en kayak!

Los kayak son dobles, nosotros éramos tres, un par de alemanas muy queridas y yo, que solo, debí remar con un señor coreano. Es evidente que a los asiáticos no les gusta mover un solo músculo. Es tanto, que el río esta lleno de kayaks con chinos, koreanos, tailandeses, que se sientan en ellos mientras un guía debe remar por ellos. ¡Mi coreano decidió hacer lo mismo! Debí entonces llevar al principito hasta el primer bar donde, el hombre, asustado de verme tomando cerveza, adicionado a la incertidumbre sobre cuándo llegaría de vuelta a su destino, desapareció; imagino en un tuk tuk.

Se acuerdan de globito y su triste historia? Pues bien, me lo volví a encontrar y esta vez pude hacer el paseo que tanto quería desde hace tiempos.

 

Coreano remando en el aire
Calles de Vang Vieng
Calle comercial más importante
Puente para pasar al otro lado del río
Vista panorámica de Vang Vieng
Globito
Su santidad pedaleando
Canoa de pescadores
Parqueadero de canoas
Alrededores de Vang Vieng
Laosianos admirando mi cámara
Espantando vacas para aterrisar

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