Día 174 Curitiba – Sao Paulo

Con Obdulio funcionando salir de curitiba fue fácil, solo es tomar una autopista de tres carriles y seguir todos las señales que digan Sao Paulo. Preguntando mucho a los brasileños y turistas en general, se llegó a la idea que no había absolutamente nada que valiera la pena un desvío, así que directo a la gran ciudad sin paradas; aparte de las obligatorias para descansar y comer algo. A diferencia de la Argentina, aqui hay estaciones de gasolina por todo lado, evitando el estres de una varada y además la atención es rápida y sin mucho protocolo. Se pide gasolina común y completo (ellos entenderán que es llenar el tanque hasta el borde).
Una vez se entra al estado de Sao Paulo, la vía increiblemente se transforma en una de dos carriles y en ciertas partes en uno solo; algo increíble si tomamos en cuenta que en la sola ciudad de Sao Paulo viven 20 millones de almas, con una obvia cantidad de carros y camiones para abastecerla. Por la cantidad de camiones y el día del viaje (domingo) se llega a la conclusión que estan bastante corticos de autopistas pues necesitan por lo menos en esta vía uno o dos carriles más.
En el camino me encontré con varios grupos de motociclistas, en harleys y bms llendo hacia Sao Paulo; acá gusta bastante hacer paseos en moto aunque obligatoriamente deben ser grandes, pues se impresionan bastante verlo a uno en una scooter de plastico con dos maleticas a los lados…
A una temperatura pasada de los treintas hubo que añadirle el increíble calor generado por los millones de camiones, así pues, se viajaban a unos 40 grados y justo cuando decidí quitarme la chaqueta y guantes por el calor tan insoportable, apareció de la nada una nube negra gigantesca en lo que parecía la dirección de Sao Paulo. A la pregunta, si esa nube estaba Sao Paulo y la respuesta afirmativa mas uno o dos comentarios sobre lo duro que iba a llover; tocó, en vez de quitarme ropa, ponerme los impermebles, madrear a todos los dioses, la vida en general y a mi suerte, pues esa nube me está haciendo la vida bastante difícil… en casi todas las ciudades llego mojado!
Cómo para atentar un poco a las advertencias de seguridad que me han dado todo el mundo sobre la peligrosidad de Sao Paulo, dejé las llaves de la moto pegadas, y cuando volví de almorzar me estaba esperando el hombre que atiende en la estación para darme mi merecido regaño mas otras cincomil advertencias más sobre como me debía comportar una vez en la ciudad.
La entrada no fue difícil, de hecho fué bastante fácil, el problema fue que la cantidad de lluvia me obligá mas de una vez a buscar escampadero. Esquivando camiones y semaforos apagados (por alguna extraña razón los domingos apagan la mitad de ellos) logré llegar a mi destino: Jardim Paulista, que resultó ser uno de los barrios caros, plagado de edificios altos y antenas sobre ellos.
La paranoia sobre la seguridad se ve inmediatamente, contando todos los edificios con doble puerta para carros y pedestres en la que solo una se abre y una vez ingresado y cerrado se abre la otra. Guradias de seguridad por todo lado y todas las casas con muros, o murallas mas bien, con cercas electricas… esta bien que se protejan de la inseguridad, pero creo que eso ya es exageración!

Linda nube que me ha acompañado tanto en esta tercera parte del paseo