Esta vez si se pudo entrar a la bienal en un edificio que cómo para variar fué diseñado por Oscar Niemeyer, siendo un cuadrado largo y adentro teniendo las mismas curvitas que él siempre hace, o sea, ninguna maravilla. Adentro se encuentran todas las sorpresas del mundo: obras malas, buenas, regulares y algunas en las que la cuestion a interpretar es que tipo de droga se metió el “artista” para llegar a semejante resultado. No posée, cómo en otras exposiciones que he estado, la otra obra de arte que acompaña al artista, es decir, el comentario del curador, pues acá solo basta alguna explicación resumida sobre el autor y ya.
Resultó ser tan grande el edificio y la muestra que solo hice el primer piso (de tres) y cuando vi que ya no estaba mirando nada, salí para Vila Madelena (villa magdalena) un poco más arriba de Pinheiros; es el barrio Bohemio de Sao Paulo, pero a mi parecer es más autentico Lapa en Rio que este. No por eso, no deja de ser muy bueno, parece mas a una zona colombiana… vías pequeñas, exeso de carros, un taco gigantesco y todo en el interior; porque Sao Paulo haciendo la debida comparación (sobretodo en clima y tamaño) es cómo Bogotá, tiene absolutamente todo, de la mejor calidad, para todos los gustos, pero no siendo el barrio un todo en si mismo, sino mas bien, un portador de microcosmos encerrados en edificios, a los cuales se conoce su tendencia y se accede a ellos solo cuando se entra en algún circulo social, subcultura o como lo quieran llamar… pues es así como se puede conocer los verdaderos encantos de la ciudad. Todo está encerrado, todo está escondido, pero todo tiene de todo; solo hay que encontrar o moverse entre la gente que sabe donde estan.
Borracharia, monta llantas en colombiano