– Señores – decía un hombre en una especie de parte alta dentro del restaurante.
– Señores por favor – respetía aún más duro. – señores, por favor…
Ante tanta insistencia un mesero fue hacia la mesa que creía que era la que el hombre estaba tratando de llamar la atención; una vez hechas las respectivas señas, los ocupantes de la mesa se voltearon para mirar quien los llamaba. El hombre no se acercó sino que siguió en su tarima improvisada y mirando a todos lo presentes en el restaurante empezó con entonado acento y con voz bien alta – Agradezcan ustedes que tienen familia, que lo tienen todo, porque un día pueden hayarse como yo. No tengo familia y estoy solo. Los envidio, agradezcan que tienen familia y cuando puedan diganles que los quieren para que no les pase cómo a mí. Hoy es mi cumpleaños…
Me estoy adelantando un poco a los sucesos pasados anoche mismo en un restaurante de la 9 de julio, así que empezaré por el principio.
Ayer, el heroe de este blog, o sea, yo, consiguió y por fin se pasó a un apartaestudio para el solito y ante la novedad decidió irlo a celebrar con un buen bifé chorizo argentino. Se debe aceptar que no lo hizo con el mejor de los humores ya que este tipo de celebraciones se debe hacer con gente pero como no conoce a casi nadie decidió hacerlo solo.
El restaurante tenía cuatro mesas ocupadas aparte de la de nuestro heroe: una con unos brasileños, otra con un man que estaba al frente de quien esto escribe, una al fondo con el hombre solitario que se paró en la parte alta del restaurante y la última con un grupo de cuatro argentinos que cuando comenzó el discurso era a la que creiamos todos lo presentes era a quien iban dirigidas las palabras.
– Si, hoy es mi cumpleaños y ninguno de mis amigos vino; yo no tengo familia, solo tengo a quienes creía mis amigos, pero vean, he celebrado solo. Así que les pido, y quedando muy agradecido con ustedes que por favor me canten el feliz cumpleaños!
Creo que no es necesario describir la cara de incredulidad de los presentes, sean clientela o meseros. Nadie se movió o siquiera respiró. La pesadumbre del ambiente solo fue interrumpida por los aplausos del agazajado seguidas por su mismo canto del feliz cumpleaños. Obviamente todos en el restaurante empezaron a aplaudir y a cantar el happy birthday argentino (que difiere bastante al colombiano en ritmo, tono y letras). El colombiano presente aplaudía ya que no connocía la canción; los brasileños aplaudían y gritaban sin enteder mucho de lo que estaba pasando aunque era obvio que todo lo que allí ocurria les parecia de los más extraño.
Una vez acabada la canción se aplaudió un rato y cuando todos estaban seguros que el hombre no quería pedir plata y que además no se iba a poner a llorar se voltearon a sus respectivos platos, pero inmeditamente fueron interrumpidos otra vez por Martín (ya se sabía su nombre porque el se encargó de hacerlo saber durante la cancion) dando las gracias y despues de otras palabras pidió a los encargados de la cocina si podían darle una galleta y un fosforo para él poder soplar y pedir su deseo. Los meseros atonitos se miraban hasta que el encargado les hizo señas y rápido se encontro una torta de verdad que le regalaron (él pidió que fuera pequeña porque ya estaba lleno de todo lo que se comió estando solo) y a ella el le puso un fósforo, puso su torta en la mesa de los brasileños y pidió que le cantaran otra vez el feliz cumpleaños, cosa que todo el mundo hizo y una vez terminada la cancion soplo el fósforo y todos irrumpieron en aplausos, seguidos de un nuevo discurso contando lo muy agradecido que estaba por el buen momento que la clientela del restaurante le había ofrecido; acto seguido correspondientes abrazos, dadas de manos y felicitaciones con cada uno de los presentes hasta que llegó donde el heroe del blog que solo atinó a darle la mano y felicitarlo por su cumpleaños.
Ya más calladito pidió su cuenta y se fue. Por increible que parezca nadie se puso a comentar lo sucedido; todos, con el ánimo un poco más bajo se voltearon a sus respectivos platos a terminar su comida.
El bifé chorizo estaba horrible; no fue culpa de Martín, se puede aceptar sin insultar a la argentina, que allá tambíen pueden haber bifés chorizo malucos y este fue el caso.
Jua, me muero de la risa y del pesar! Claro que me hubiera encantado saber como habría sido esa escena en un bar de colombia. Lucio, seguinos contando estas cosas tan divertidas que parece que no te pasan sino a vos. un abrazo