Día 46 Córdoba

Córdoba no es una ciudad decadente, tiene vida, aunque yo le daría unas dos o tres manitos de asfalto; mejor dejémosla en cuatro y pondría dos turnos más de limpieza. Es bastante rara ya que tiene unas joyas arquitectónicas coloniales junto con lo peor que los ochentas pudieron dar (es de notar que los ochenta son a las naciones occidentales lo que el comunismo fue para las orientales, la mejor forma de cagarse las ciudades estéticamente hablando) pero con esos edificios y todo no se puede decir que la ciudad es fea, se dirá que es diferente y ya. El centro la componen estos edificios viejos y los ochentudos más unos pasajes comerciales muy parecidos a junin en Medellín con la diferencia que acá son muchos junines en los que no les cabe un bar y un restaurante más; a todo esto se le suma  millones de personas, botellas de plástico y popo de perro (las ciudades argentinas son un campo minado, siempre se debe mirar para el piso cuando se camina).

Tiene un rio que rodea el centro y es muy parecido en ambiente al borde del Tevere, mientras que en el romano uno no sabe a qué edificio más tomarle fotos, acá uno no sabe a cuál de los enemil restaurantes meterse; definitivamente es una ciudad con vida, me gustó bastante.

Si se sigue al rio, se encontrarán los edificios modernos bordeando los dos lados del rio. Por esta zona moderna, en el extremo inferior del centro, se encuentran unos museos que valen la pena ver, uno es de clásicos argentinos, se ven obras bastante buenas con otras más regulares pero todas de los mejores pintores de Córdoba y argentina; el más famoso Emilio Carafa que no me gustó tanto, me parecieron mejores las obras de Manuel Courtaret.

Al lado y con el mismo boleto se entra al museo Emilio Carafa que no es dedicado a este artista sino que es un museo de arte contemporáneo. Cómo todos estos museos, la arquitectura del lugar es mejor que las obras que se exponen; y como en todo lo contemporáneo, se ven cosas buenas, cosas malísimas, los mismos puntos de miró y los mismos mamarrachos de Picasso (ambos dejaron como herencia a los artistas nuevos las formas más facilistas de pintar y ganarse la platica). El arte contemporáneo es de sensaciones, no de técnica o belleza por decirlo así; si usted ve a alguien observando detenidamente un cuadro de estos, lo más posible es que se está haciendo el interesante o intelectual para ganar puntos con quien lo llevó. No se debe buscar explicaciones o tratar de entender la obra; si le gustó o le causó alguna sensación determinada, es buena y punto.

Otra obra de arte digna de ver en el museo son los comentarios del curador sobre la obra de estos artistas, al final no se sabrá quién comió más hongos.

Total, para resumir, los dos museos son muy buenos en lo que se encontrará de todo. Muy recomendados.

De los museos hacia la plaza principal se va por una avenida con una mini rambla (mini porque es estrecha, pero de hecho es bien larga) muy bacana y por una zona de la ciudad bastante linda, tiene aires de Madrid por todas las esquinas.

Si se quieren tener las sensaciones que me deja Córdoba pueden hacer como la obra de Duchamp: L’air de Paris, que consistía o consiste en una burbuja de cristal completamente sellada, pero como se selló en Paris contiene el aire de este. De esta misma forma pero más baratico se puede coger dos botellitas de coca cola, se lavan muy bien y se cierran; una en roma y la otra en Madrid, así se tendrá el aire de estas ciudades que evocan de cierta manera al de Córdoba. Los abre cerca de algún baño público y listo, se tiene el ambiente de la ciudad!

(no quiero decir que toda la ciudad huela mal, solo la parte de los junines)

El problema es que aunque se usen botellitas de pet, que son bastante baratas, tocará viajar a Madrid y a Roma lo que no es muy económico que digamos, así que mejor visiten a Córdoba, recomendadísima y por muchos más días que yo.

El Tevere

Museo de arte contemporaneo Emilio Carafa

Uno de los junines

Centro historico

Iglesia

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