Día 42 Salta

Salta es una ciudad muy pequeña, el recorrido a pie por el centro toma unas 2 horas (sin entrar a museos), no se entran porque o son iglesias o son museos de alta montaña (de verdad son las mismas cosas de los indios que ya he visto hasta el cansancio). No se va a ganar un concurso de belleza pero es muy ambientada, si a alguien se le atraviesa en el camino, se debería quedar unos dos días.

Lo primero fue cambiar los pesos chilenos por argentinos, pero resulta que en argentina son tan jodidos con los cambios como en Colombia; por poco me piden la partida de nacimiento de mi abuela!

Se hizo laundry y se sacó más plata para el resto del viaje.

Me monté al teleférico que lo lleva a uno a un morro al lado de la ciudad donde se tienen las mejores vistas de la ciudad; el teleférico es tembloroso y ruidoso, daría uno lo que fuera para tener a Doña Gloria al lado.

Para los que no conocen a Doña Gloria:

Es una especie de mont juic, muy parecido en tamaño y concepto; hasta tiene unos juegos para los niños. La diferencia radica en que al fondo no se ve el mar, sino unas montañas y que la mejor parte del parque tiene unas cascadas muy bacanas para ver.

Después, vino, carne, mas vino y a tratar de reservar hotel en Tucumán. Fue dificilísimo: porque no hay casi hostales en Tucumán y porque en salta las monedas como que no gustan; me tocó ir por las calles a pedirle cambio a los que cuidan los carros, hasta que un alma de dios me quiso hacer el cambio. Después… a llamar a ver quién tenía una pieza (por internet solo aparece un solo hostal!)

El plan cambió otra vez: mañana Tucumán al otro día Cordoba por tres días, después rosario y finalmente Buenos Aires para pasar las fiestas allá. Mendoza la dejo para la ida a Santiago.

Salta desde el cerro

Centro Salta

Iglesia con nombre desconocido

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