El día no empieza temprano porque acá abren tarde. A las 9 fui a las direcciones que me habían dado ayer pero todos estaban cerrados; resulta que ayer jugó un equipo la final de la suramericana y todos estaban enguayabados por la celebración de ayer. Preguntando di con un taller manejado por un ecuatoriano que no había llegado, que volviera más tarde.
Volví más tarde. Hable con un señor en silla de ruedas y quedé que a las 5 iba a ir a recogerla.
Sol, playa, un almuerzo y siesta después fui a las 4.30 por la moto. No la habían tocado, pero ya iban a empezar y solo tomaría media horita. Muy educadamente les dije que de pronto se demoraría un poquito más (se demoró 3 horas).
Resultó que el mecánico era el mismo de la silla de ruedas y arreglaba la moto desde el suelo con una mano (la otra la tenía muy ocupada hablando por celular o teniendo la herramienta para que no se le cayera), todo lo hacía realmente lento pero con un orden y facilidad que causaba asombro. Todo el combo de arreglo estaba compuesto por el “maestro” ecuatoriano con su pupilo ecuatoriano, acompañados por un chileno y yo. Se nos sumó un colombiano que llegó en una bws con problemas y resultó ser de Aranjuez, el barrio de Medellín. El man vivía desde hace 3 años en Iquique y más o menos según lo que me contó, era un sicario, de los malos o como mínimo un matón de barrio. Se fue de Medellín porque tenía los días contados. Ya es un convertido al mundo del peace and love y realmente abierto y arrepentido por las pendejadas que hizo (lástima que tengan que estar a punto de que los maten para que piensen un poquito) (a su hermano de 14 años lo “apagaron” hace seis meses con 3 tiros en la cabeza).
Se nos sumó otro ecuatoriano, amigo del colombiano y se tuvo una conversación larga en la que no entendí ni forro, pero resumiéndola, la hermana del chileno estaba muy buena y todos se la querían comer. Entre todo lo que oí se sacó información valiosa: Viniendo para acá se nota la cantidad de cruces que tiene la carretera, lo cual es extraño viendo como respetan los chilenos cuando manejan, pero parece ser que cuando cae la noche y se toman sus traguitos se enloquecen y hacen todo lo posible por chocarse. Quienes están en el nivel social-mecánico creen que soy español porque soy blanquito ya que todos los colombianos son negros (haciendo chistes realmente racistas frente al mecánico “maestro” – bastante oscurito) y todos son malos (yo estoy excepto de este prejuicio porque soy español). Según ellos las chilenas son muy tímidas pero según el colombiano son muy liberales (no conozco ninguna entonces después les cuento).
En fin, a las 7 me entregaron la moto y resulta que el “maestro” es realmente un maestro, un verdadero mecánico y lo mejor: el precio, muy barato para los estándares chilenos.
Ya con la moto buena, por fin podré seguir el camino.
Que emoción!!! si quiera Lucio. Espero ansiosa tu siguiente parada y la entrada a Argentina. Un abrazo y mucha suerte con el día de mucha moto y carretera.